miércoles, 14 de marzo de 2012

Hospital de ositos / Teddy bear hospital

En estos tiempos que corren en el que todo son malas noticias, quiero compartir una bonita historia que he leído hoy en el periódico deia.com, sobre "El Hospital de ositos / Teddy Bear Hospital ". Un proyecto europeo, impulsado en Euskadi por la Asociación Vasca de Intercambios de Estudiantes de Medicina, la Facultad de  Medicina de la Universidad del País Vasco y el Departamento de Pediatría del Hospital de Basurto.


Hoy y mañana un centenar de preescolares vizcainos se convierten en los doctores de sus ositos de peluche en el hospital de Basurto. Con esta iniciativa se persigue disminuir el temor que los niños puedan tener a las batas blancas y el entorno sanitario, familiarizándoles con el instrumental y procedimientos sanitarios.

Esta idea de perder el miedo a los médicos "curando" a sus peluches en el hospital, lleva años celebrándose en otros países. Se organizan jornadas en facultades de todo el mundo para familiarizar a los niños con los médicos y las terapias que se realizan.

martes, 6 de marzo de 2012

Viejos dichos sobre el llanto infantil

"El niño es un deseo del corazón de su mamá", Tagore (1861-1941).

Parece que la mayoría de las veces así empieza la vida de nuestros hijos, como una necesidad de abrirnos a otra vida a la que siempre estaremos ligadas. Y aquí son muchas las dudas que surgen ante la llegada de un hijo. Queremos hacerlo lo mejor posible pero hay tantas teorías, profesionales, personas que nos rodean con viejos consejos (¡que ni siquiera pedimos!) que nos hacen sentirnos perdidas y que ni van con nuestra filosofía de vida.


Una de las mayores preocupaciones que podemos tener es el llanto. Afortunadamente, mi hija llora poco y ya voy conociendo los distintos tonos, así que nos vamos entendiendo. Pero al principio, hasta llegar a este punto, era bastante agobiante....Y resulta que leyendo y leyendo, los niños es que lloran, oyé tú!.


Un post muy tranquilizador, bebés llorones, lo leí en el blog "Diario de una mamá pediatra". Y es que cuando cuentas que no te puedes despegar de tu hija ni para ir al WC, poca gente confiesa que sus hijos lo mismo de lo mismo....y tienes que oír que no hay que cogerlo cada vez que llora, que se acostumbre a estar sólo en su cuna, que no le acostumbres a brazos, que si te manipula y un sinfín de burradas en las que los psicólogos no coinciden. 


El bebé trata de comunicarse a través del llanto porque está hambriento, le duele algo, está incómodo o asustado. Al principio, comienza a hacer señales a su cuidador con un gimoteo suave que puede acelerarse hasta convertirse en un llanto frenético si no recibe respuesta. Nosotros sabemos que está a salvo pero él no, se encuentra en un estado de indefensión, miedo y pánico en el que la amígdala envía mensajes al cerebro para preparar al cuerpo para “escapar o pelear”. Un bebé no puede escapar ni pelear. Si el pánico no es dominado por la intervención de un adulto, el flujo químico y hormonal puede inundar violentamente el cerebro, apuntando específicamente a la amígdala y el hipocampo durante un periodo de tiempo poco saludable. 


Los niños que lloran y no son atendidos, lo hacen desesperadamente durante una hora o más, hasta que la amígdala se cierra. El niño a su vez aprende tras repetidos episodios que no tiene expectativas de respuesta y consuelo a su llanto y puede deducir que sus necesidades no son merecedoras de atención – una conclusión que finalmente puede afectar al correcto desarrollo de la autoestima del niño.


Si no se intenta calmar el estado de confusión emocional del niño, podrían perderse oportunidades vitales de desarrollo y refuerzo de la confianza, seguridad y capacidad de empatía del niño.


Gran parte del desarrollo cerebral tiene lugar durante los primeros años de vida en el que repetidos traumas causados por las alteraciones químicas producto de periodos prolongados de llanto, situaciones de ansiedad por separación no resueltas y otras situaciones de respuesta al miedo, pueden predisponer al individuo a un disfunciones emocionales y de comportamiento social en su edad adulta.



Las investigaciones han demostrado que una madre que se muestra sensible y complaciente, está estimulando un aprendizaje social positivo. En contraste, una madre que no se muestra sensible, no provee de este aprendizaje social positivo, entorpeciendo el proceso de maduración de la afectuosidad humana, que es crítico para un crecimiento emocional sano.

Así que después de leer que tenerlo en brazos y calmarle no es tan malo como dicen los viejos dichos de viejas prefiero que digan que mi niña está enmadrada que no causarle un trauma infantil!!!







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